A hostia limpia: cuando el coraje nos hace estallar
- Contenido Autárquico / Gerry Onel Martínez
- 24 jul 2017
- 2 Min. de lectura
A hostia limpia

Un poquito después de percatarme de la insolente osadía que proliferaba de todo aquel gentío que supuestamente me acompaña en este territorio acribillado por montones de inadaptados a los que tengo que aguantar por no ser capaz ni si quiera de fusilarlos, intenté distraer mi coraje leyendo esa filosofía nietzscheana libre pensada que tanto me gusta. Está claro -ipso facto- que no fue buena idea ojear las venenosas líneas que adornan el casi épico ¨Ecce Homo¨ de Friedrich Nietzsche, sabiendo que ese montón de incultos a los que odio y odiaré siempre seguían rodeando el mismo espacio que involuntariamente debía compartir. Ese era el primer problema. El segundo, fue aguantar la llegada de más y más de esa clase de gente de reputación deshonrada que se reproducía como emboscada de tiburones sedientos de sangre. Antes de ese poquito tiempo pasé horas escuchando entrevistas de controversia que solo puede ofrecer la eterna viuda del grunge; Courtney Love, como si fuera poco, y para rematar mi intrépida actitud colateral. Empleo el termino ese de colateral porque no acostumbro adaptar en mí, actitudes que puedan ofender a alguien. Sin embargo, tratándose de esa clase de persona que se recrea ofendiendo y faltando el respeto a diestra y siniestra, me subí al tipo de pedestal a los que tienden subirse la gente que sale en la televisión –y que les pagan por hacerlo-, y mandé a par de gente al mismísimo carajo. Eso sí, no tuve que abrir la boca. Simplemente me coloqué las gafas delante de mis ojos, respiré bien pero que bien hondo, me acaricié la bemba con la lengua, aspiré mis cachetes para adentro, zumbé otro suspiro y les miré por encima de los lentes oscuros. Existe por desgracia, una clase de gente que piensa que todos deben reír sus gracias por más morbosas que hayan sido. Si algo bueno tiene esa clase de gente, es que deja saberle a la gente sofisticada, que cuando no hay pan se come galleta. Yo no soy ni uno ni otro, pero me eduqué entendiendo que hay un momento ideal para el bullicio y otro momento ideal para hablar solo de historia y salud. A beneficio propio, gracias a la vida que hizo que yo coincidiera con el gistro amarillo y que parte de todas esas charlatanerías las he visto hace bastante tiempo. Gracias, pero NO CAFRES AROUND.