El doble discurso
Qué tostón acribillar desde un escritorio los pupitres más cercanos.
Lo dicen los periodistas de veteranía, y tienen toda la razón, la función periodística no ha cambiado, el periodista es testigo y no protagonista. Es todo.
Una vez comprendido eso, se trabaja mientras se intenta hacer una carrera que con suerte puede ser ininterrumpida. Mientras eso sucede, en las universidades de periodismo se enseña que el periodista nunca debe ser el eje de un reportaje, sino que debe hacer una investigación rigurosa que finalmente presente información que para bien o para mal sea de total imparcialidad. He notado sin chispa de esfuerzo, y de hecho, comprendo a los periodistas experimentados que se preocupan por las consecuencias que puede llegar a tener la libertad de expresión del periodista que se concentra en vivir en carne propia algún modo de vida que de forma cruda expone al mundo entero. Y que para promoverlo, utiliza sus redes sociales.
Hablando de redes sociales, me resulta inverosímil el doble discurso de algunos veteranos aliados del periodismo (reporteros, educadores, comunicadores) cuando aconsejan al nuevo periodista de que si no ha conseguido trabajo dentro de su formación, que aproveche las redes sociales para dar a conocer su trabajo. ¨Aprovecha el Internet¨, sale de la boca de muchos. Independientemente de que se publique para una empresa o para un blog personal, el periodista es responsable de su contenido y de la fama que puede llegar a tener. Pues es el tipo de profesión que aunque no se pretenda ser famoso al ejercerla, cualquier repercusión puede someter a la palestra.
Para el novato, podría pasar que la pasión por la vocación sea tan grande que al ejecutarla pondrá mucho esfuerzo y, además ciertas inversiones para no liquidar. A eso se le suma no tener un editor que corrija lo que no debe difundir. Pues bien, supongamos que el periodista principiante se atreve a poner en práctica sus destrezas y comienza a publicar contenido. O le va bien o le va mal, pero hizo una cosa que el periodista de tradición no conocerá nunca, y no saben ellos de lo que se pierden.
¿Por qué el periodista no puede ser protagonista? Pregunto. No tardé ni un minuto en comprender que cuando se creó esa frase no existía la cantidad de medios que existe hoy. En esa era, cuando no había cámaras ni nada que evidenciara una entrevista el jefe de edición le gritaba al periodista: ¨vaya a hacer su trabajo y atestigüe todo lo que sea útil para montar una noticia¨. En el presente, el periodista sale con cámara en mano, con grabadora en la mochila y si conviene, hasta puede hacer un live previo a la publicación. Ah, ¿pero él es periodista? Dicen otros, pero ahí lo dejo.
Para mí la gente que se gradúa de ingeniería, son ingenieros y los que se gradúan de periodismo son periodistas. ¿Fallo? Últimamente decir mi título me cierra más puertas que las que me abre. O sea, desvelo total. A mí que tengo un préstamo en las costillas, que me he comprado cámaras y herramientas para defender esta profesión. Yo que me he vuelto, escritor; editor, camarógrafo, director, coordinador, redactor, informador, mejor persona. ¡Así es! Por eso, de ahora en adelante, antes de cada documental tengo ganas de decir: soy Gerry Onel Martínez y soy todo lo que quiero ser.
Con todo y eso, le doy la razón a los veteranos.
Otra cosa, si su agenda le permite pasar tiempo navegando en la red, póngase a ver mi último docureality: Cruzando la Frontera. Igual no tiene que hacerlo pero haga de cuenta que para mí sería un gusto. Y ya eso.