La acera de enfrente
[Nota: Bueno como últimamente he colocado una pequeña nota en mis ensayos anteriores, esta no va a ser la excepción. Y pues nada, que para todos aquellos que me han preguntado que cuándo coños subiré el adelanto (trailer) del nuevo documental pues te digo: lo subo cuando me apetezca. Y para eso falta un chininín de tiempo. A ver saca cuenta; la premier será el viernes 10 de agosto, y esa noche estaré grabando un vídeo vlog (porque ya saben que me creo yutuber) y lo publicaré unos días después, cuántos días no sé. Y una semana después de esos días incalculables el documental estará en YouTube. Si es que no me da una loquera y lo subo antes de la misma premier. Así que enteraos que no habrá adelanto esta vez. Ah! y he colocado esta foto que nada tiene que ver porque no tengo otra]
Pues a lo que iba...
De un tiempo para acá fisgoneo más en Instagram que en Facebook. ¿Ajá y qué pasa? Pues que sucede de todo en el feiz. Y la verdad no estoy para enterarme de los looks de nadie ni de las salidillas domingueras tampoco. Se ha salido de control, para empezar, la lógica feizbukeana hace suponer que hay personas que se mantendrían tan flamantes como sus constantes fotos. Pero el cooperativismo infundado por terceros para defender lo indefendible funciona de forma cíclica y vulgar. Provocando un coraje ligeramente sofisticado para quienes conocen la cordura.
Por estos tiempos en los que la gente de la acera de enfrente se conforma con exponer su vida y sus problemas en Facebook, el sarcasmo se ha colado como una de las bellas artes de la nueva era digital. Nunca he comprendido que se gana con eso. Más allá de provocar a terceros, ser bloqueado, y estar en boca de todos, nada. Esa tendencia va desde los famosos hasta los insustanciales. Es una actitud verdaderamente inclasificable, detestable quizás.
Para los que caminan por la acera correcta, con la gente adecuada, fijarse en las impropias actitudes de los de enfrente puede causar amnesia colectiva. Ellos tienen demasiados asuntos por resolver, no hay tiempo para perder. Los de la acera correcta adoran la diversidad, muy inteligentemente aceptan que la vida sería muy aburrida sin el porte de los contracorrientes. Eso si, ojo avizor y olfato de alfa para detectar las posturas anti pacíficas de quienes se pasean por la acera equivocada. A los bocones y bravucones, que aún se pasean por la acera correcta, se les debería expulsar como se expulsa a la mierda, por la puerta de atrás. Para cuando sienten cabeza regresen avergonzados por la puerta de al frente. Y mejor aún, para ser recibidos por los que todavía practican la educación; sonrojados con sonrisa de oreja a oreja, para dejar claro que la postura discreta patea más traseros que el dedo y el teclado.
Los de la acera de enfrente son la gente inconsecuente, los blah blah, los incultos, los corriente, los mal educados, los inadmisibles, los huele tusa. Son los que aparentan tener más inteligencia. De hecho, marginan a los recatados, por eso se pasean por donde se pasean. Esa gente provoca perplejidad y reservas. Son los primeros que responden ante cualquier asunto, la razón… no aguantar el pico. Ellos no evolucionan, se quedan en la prángana. Como científicos se mueren de hambre, no se les da lo de investigar. Todo es especulación. Su sistema operativo caduca como caducan los medicamentos. Muchos creen tener respuesta ante todo, incluso duermen tranquilos y mantienen una gran sonrisa. Cualidad que les distingue, contrario a los correctos que viven tan libre de problemas que se les va el sueño pensando en que algo debe ir mal. Los vecinos del lado incorrecto dejan de sorprender, ni siquiera reinventan la manera de crear sus propias tragedias. Esa gente son como las aves de rapiña; te miran y se alimentan, toman lo que necesitan. Se defienden a sabiendas de su perpetrado error, pienso que el egocentrismo es una bella cualidad no exenta de riesgos.
Deslizando mi dedo índice hacia abajo encima de la pantalla de mi celular que odio por tener la calidad de imagen más absurda del mundo, bueno que lo odio y ya eso. Pues haciéndolo me he dado cuenta que hay una brecha enorme entre las aceras de cada vecino, o sea, de cada individuo que tengo ahí metido en ese pedazo de mundo virtual que para bien o para mal abochorna mi descaro, y eso es mucho decir chico. Vamos a ignorar que su tenacidad en la acera de enfrente fue sin causa. Los apoyo y confío en su capacidad de aceptar que cagaron donde comieron.
Segunda Nota: El autor tiene oídos y ojos. Escucha, oye y observa perfectamente.
Y blah blah blah, bueno que también soy un poco inadecuado y ando compartiendo mucha tirria, odio y aborrecimiento. Pero chico es que hasta ganas de pelea física dan algunas personas. ¿A ti no?