Tarde nunca fue tan pronto
Dicen que la vida es corta. Entonces para qué perder el tiempo.
Este palabreo nace de una canción que quiero escribir pero que aún no termino. Esa canción trata sobre el sufrimiento; la soledad y la frustración de una persona que esperó el reconocimiento y el amor de gente que le dio la espalda en el momento en que comenzaba a brillar. Pero en su estadía con la depresión, conoció quién en realidad era y, fue cuando comenzó a preocuparse solo por él y no por los demás. Entonces, volvió a brillar más fuerte que nunca y con su brillo opacó a todos.
[Verano] Trató de hacerlo todo bien siempre, se esforzó por dar lo mejor de sí en cada cosa que traía repercusiones sociales y/o familiares. Nunca le gustó que hablaran mal de él. Sin embargo, siempre le criticaron. Por desgracia, se olvidó de quedar bien con él mismo e intentó quedar bien con los demás. No era tonto, sino que necesitó alguien que le dejara saber lo idiota que había sido.
Y tiró los guantes. Se miró al espejo y se disgustó con él y con todos. A raíz de eso, se desinhibió de sus gustos y se quitó todo lo que llevaba encima. Quiso perder todas sus batallas. Por eso, antes de desvestirse, se aseguró de pagar sus deudas y de no tener que rendirle cuentas a nadie. Después de eso, se fue desnudo y casi sin parpadear. Su mirada estaba fija y su rostro era temerario. Con esas características, se dirigió a una dirección desconocida.
Y dejando todo atrás, se metió a un lugar muy oscuro, pues allí sabía que nadie lo
seguiría. Sino que todos los que querían un pedazo de él se retirarían con miedo de aquella tiniebla, mientras él solo disfrutaría verlos correr cuando la oscuridad los espantase. Y fue entonces que preparó su venganza.
A sabiendas de que su atrevida hazaña le costaría la perdida de su orgullo, tenía la esperanza de que nadie pudiese juzgarlo o que si lo hacían, ya no podía escucharles. Tenía claro que no era fácil sobrevivir en aquella tenebrosidad, aunque su vida siempre fue muy oscura, su momento más negro apenas comenzaba. Enloqueció temporalmente y, haciéndolo notó cómo funcionaban las cosas con o sin gente. Y después de un tiempo, se sintió tranquilo. Relajado, notó como sus huellas se quedaban intactas en el lodo y, así figuró como su mala maña también quedaba indeleble en el corazón de la gente que hizo sufrir. En ese tormento, aprendió a ser mejor persona y sin necesidad de espejos. Sin ropa y sin ver su reflejo, recordó lo vulnerable que se puede llegar a ser. Y detuvo su venganza. Se dio cuenta de lo estúpido que ha sido. Le salieron lágrimas. Meditó e hizo el esfuerzo de ser mejor persona. Hizo eso durante mucho tiempo hasta que finalmente se sintió preparado para afrontarlo todo. Se reinventó, a su edad no quería saber nada de redes sociales ni de seguidores. Solo tenía un plan, uno que sería divertido y en el que las reglas para jugarlo eran establecidas bajo su influencia. Chafó con los demás.
¿Cómo lo hizo? Pues comenzó a elegir nuevos caminos. No tuvo pizca de miedo en comenzar nuevos rumbos con nuevos pasatiempos. Total, el camino oscuro no vino mal. Para qué espantarse a nuevas aventuras, no tiene sentido. Y así, sucesivamente fue conquistando lo que sentía que debía pertenecerle. Sin miedo.