A empujones
Ya me di cuenta, ignorar la desdicha ajena y fomentar el suspenso, es la forma que tienen los demás para hacernos olvidar, pero lo hacen a empujones, casi a patada limpia. Y bien, así uno continúa la marcha, pero lo hace sin saber qué paso es excepcional o qué paso es frecuente. Pero ahí vamos, escuchando todas las frases infundidas que se cuelan entre voces. Y comoquiera, seguimos marchando.
Por eso, cuando escuches algo de mí, has de cuenta que ya lo sabías. Defiende tu ego respondiendo que me conoces más que nadie en el mundo y que sabes de lo que soy y no soy capaz de hacer. Antes de que sigan nombrándome, tú sonríe de medio lado y adviérteles que no te afecta lo que digan o inventen sobre mí. Sobre esta persona que conoció tus impulsos y que percibió perfectamente la forma en que te duchas, en la que te lavas la boca, esta persona que a distancia reconocería tu estornudo entre un gentío. Cuando hinchen mi nombre en tu presencia, levanta tu ceja derecha y suelta una carcajada, déjales entrever que lo que te provoca mi ausencia es puro júbilo. Con esa carcajada quizá también los enamores. Créeme, eso puede pasar, ha pasado antes. Júrales que ya te imaginabas todos esos cuentos, de hecho, replícales en tono sutil que están equivocados, que yo soy peor que todo lo que ellos piensan. Déjalos en ridículo, manifiéstate como si ya me hubieses olvidado.
Hagamos que esto funcione, yo haré lo mismo, de hecho, es lo que he intentado hacer. Pero nadie me habla de ti. No me ha llegado nada que tenga que ver contigo, ni chisme, ni cuento ni novela. Es como si hubieses desaparecido. He querido enterarme, he puesto mi esfuerzo para llegar a los tuyos y mis intentos no tienen consecución, temo que cuando lo hagan finalmente yo haya perdido la técnica que te he aconsejado, esa de subir la ceja, sonreír de medio lado y soltar carcajadas espontáneas.
Por eso, cuando te digan algo de mí, no te acojones, indirectamente he enviado todo ese gentío, para que te hinchen el coño con mi identidad, para que eches chispas, para que me odies y a golpes te olvides de mí, me lo vas a agradecer con el tiempo.
Así quisiera yo olvidarme de ti también. A empujones.
Pero tú no has enviado a nadie.
Fin.
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Y ya.