Fumadores de hierba: estudio revela consecuencias de fumar
Llegaste aquí, pues te contaré: tal estudio no existe, lo que si existe son las consecuencias.
Hace unos días me cuestioné el por qué fumo.
Fumo porque a veces siento unas ganas fatigosas de escribir una novela llena de castillos armoniosos y con personajes llenos de miseria. ¿Pero sabes qué pasa luego? Veo la tele, las noticias, el periódico y otros enlaces que me conducen a una realidad actual llena de sufrimiento; de atentados, de guerra, de exclusión, de cero tolerancia, de violencia, de cosas malas, muy malas y, ahí es que para escaparme de esa realidad traumática provocante de paranoia constante me arrebato para entrar en mi propia realidad, en esa realidad tan maravillosa. Y lo es porque en esa estadía tan creativa descubro ideas que en puro júbilo jamás hubiese sido capaz de descubrir. En esa imaginación, también logro abrir puertas y ventanas que mantuve cerradas por un periodo de tiempo totalmente innecesario. Me descubro, me lleno de satisfacción, me inspiro. Y para una persona como yo, inspirarse es pura vitamina. Cuando fumo de día, soy capaz de hacer todas las tareas que había postergado desde semanas. Cuando fumo de noche, me convierto en un personaje que en ocasiones desconozco, y lo hago porque me asombra, es una forma de ser que me fascina. Y claro, si me encuentro en total soledad, puedo ser capaz de inventar mi propio público. Ellos me admiran, lo hacen con hambre, y yo les alimento. Si fumo con personas conocidas, nos damos la oportunidad de saber quiénes somos esencialmente, y eso me encanta, he llegado a notar lo vulnerable que se puede llegar a ser y con ello, lo bonito que es compartir. Cuando fumo con desconocidos, al final nos estimamos, nos damos la oportunidad de comprendernos y en algunas de esas instancias, he confirmado que a veces el problema de algún asunto soy yo y no los demás. ¡Y ESO ESTÁ BIEN FUERTE! Por ejemplo, de seguro te ha pasado que tienes un ideal erróneo de algo y que todos lo notan pero tú no quieres aceptarlo, más bien ellos están mal y tú tienes la razón. Y eso está fuerte porque nos hace quedar bien mal parados, como personas intransigentes. Pero más fuerte está darte cuenta que has sido un imbécil y que solo bastaba que alguien te lo dejara saber. Y abro los ojos, me sorprendo y fluyo en total armonía, nunca he sentido sensaciones de coraje o ira mientras estoy consumido en cánnabis. Pasando el cigarrillo de marihuana, o lo que queda de ella, he hecho las pases con gente que me desconcertaba. Consumido, he sido capaz de decir lo que siento, soy pura honestidad. Las mentiras se esconden, se apartan y no dan tregua. Al rato ellas vuelven, cuando se me va el efecto. Cuando eso sucede, sigo siendo yo, mi misma versión pero sin varias extremidades, sigo teniendo mis brazos, mis piernas y mi verga, pero mi extremo creativo, pacífico y tolerante se va. De momento puede ser que lleguen pero, no regresan solas, las acompaña la confusión, la inseguridad y la incertidumbre. ¡Y cómo las odio! Y las odio porque no me gusta detestar, no me gustan las sensaciones abominables, me gusta ser magnífico, agraciado, majo, por eso fumo, para sentirme espléndido.
Y bueno, ya me veré leyendo algunos comentarios, ojalá que lleven la buena onda, si no es así, ojalá que me encuentre arrebatado para ignorar que su punto de vista puede llegar a afectar algo de mí. Y ya eso.