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Como las nueces (diciembre 2013)


¨Dios nos da nueces, pero no las casca¨, anónimo.

Nota: Del baúl de los recuerdos, he sacado este texto que escribí en una librería de Santurce, Puerto Rico en el año 2013.

¿Alguna vez te has comparado con una fruta? Yo lo he hecho desde pequeño. Pero hace unos días me di cuenta que soy como un nuez. Te explico por qué...

Ombligo de la semana, miércoles [11:20] de la mañana, todo transcurría en orden. De pronto, un alboroto en uno de los pasillos de aquel establecimiento; murmullos, pisadas, plástico y al final, un agudo ¨que mierdaaaaa¨ proveniente de la boca de una serpiente. Sin poseer ni una sola gota de aristocracia en mis venas, me colé a toda prisa por cada pasillo de ese supermercado sanjuanero, cada vez aumentaban mis incrédulas ganas de ver qué fue lo que provocó que prácticamente todos en el lugar levantáramos la cabeza, giráramos el cuello y nos miráramos entre si, como si fuese a comenzar una gran orgía. [11:21] Llego al pasillo número cinco, y allí me sorprende lo trágico; un pequeño cerebro rodando por el piso. Me detengo, me inclino y lo recojo. ¿Saben qué era? Un nuez con ganas de divertirse.

Probablemente tú y yo somos de esa generación que creció viendo el inseparable corillo de frutos secos mezclados en un plato hondo en casa de nuestros abuelos. Ese plato con avellanas, nueces, y almendras que te recibía o que te sigue recibiendo en alguna parte de la cocina. Para mí que soy un comelón ver ese corillito de cositas marrón clarita era deprimente. De 30 intentos por abrir alguno de ellos, lograba casi sin éxito abrir dos o tres. Estoy convencido de que mi abuela los compraba para que nosotros –los nietos– pasáramos gran parte del día machacando nueces contra el piso. Hasta que un buen día su estrategia cambió radicalmente cuando alguien trajo a la casa un cascanueces, el aparato que las abre fácilmente, ya saben, el que en el mayor número de intentos rompe el cascarón con todo y fruto. He comido nueces, como he comido gandules. Son de esas cosas que mayormente las pruebas en la época navideña. Sin embargo, raramente se te antoja cascarlas para degustarlas, aunque sabes que el sabor exquisito es garantizado. Tengo una peculiar identificación debido a que esas pequeñas pelotitas de color cremoso llegan a todas partes, tienen una capacidad increíble para desplazarse por cada rincón. En ocasiones las encuentras en lugares insólitos meses después de haber acabado el paquete que encontraste en la góndola del supermercado. Pero igual se ven exquisitas y las rompes aunque ya no sirvan. Las nueces crean cierta pereza para abrirlas, por eso a veces son ignoradas. Pero cuando las abres no puedes evitar comer solo una. ¡Te encantan!

Metafóricamente yo diría que son Geminis. Tienen una pieza gemela; son creativas, lindas por supuesto, exquisitas, y de vez en cuando están de moda. He ido a lugares dos días seguidos y al segundo no queda rastro del plato con nueces. Pero también, he ido a otros muy seguido y por más semanas que pasen siguen allí tan educaditas como si fueran de plástico. Son como lo blanco y lo negro de nuestra razón. Te impactan al momento o te cautivan a medida que las pruebas. Algún misticismo deben tener.

Como las nueces se han vuelto un símbolo navideño, están muy de moda por estos días y eso se debe a la época. Pero de vez en cuando dan de qué hablar. A principios del mes de agosto de este año, estuve en un lugar donde había un grupo de jóvenes hipsters riopiedrences, ellos hablaban de las distintas propiedades que tienen las frutas y las verduras. Hay personas que resultan confortables de inmediato. Esas no lo eran. Según el más pelú de todos, la forma de la fruta tiene que ver con la parte del cuerpo que se nutrirá de las propiedades de la misma. Por ejemplo: El tomate y el corazón. Las habichuelas y los riñones. El apio y los huesos. La yuca y el páncreas. El guineo con el órgano sexual masculino, etc. La dinámica entre ellos se puso tan divertida que comenzaron a hacerse trivias referente a las frutas y sus respectivos dones beneficiosos o curativos. De inmediato, le tocó el turno a la chica que llevaba puesto los espejuelos más grandes que había por todo Rio Piedras, quien preguntó que cuál era la parte del cuerpo que se beneficia de los nueces. Sus secuaces fanáticos de Grimes, supongo, comenzaron a mirarse unos a otros y ha realizar esos clichosos gestos que cada mortal hace cuando disque tiene la palabra en la boca. El más icónico; friccionar colmillo con colmillo, bajar y subir al unísono alguna de nuestras cejas y poner boca de chopa. Mientras eso pasaba ante mis ojos, no aguanté las ganas de gritarles lo que para mí era esa parte del cuerpo beneficiada y solté…¡los testículos, I mean el escroto! Fue algo innato que simplemente salió de mi boca y no se detuvo a pagar peaje entre el cerebro y la lengua. Lo solté como se sueltan los peos en la mañana. Todos me miraron con esa inimitable mirada escalofriante que tienen los hipsters, y la chica de los espejuelos gigantes que para colmo eran negro azabache, me soltó un NO definitivo, que sin duda quedará indeleble en mi mente. De momento, estaba participando en una conversación ajena con un grupo de personas desconocidas que por más sonrisa que presten ante cualquier chiste bobo mi percepción sobre ellos es un humor negro. Como los espejuelos gigantes. Acto seguido, me limité a seguir con lo mío y como entre las cosas que hacía era escuchar conversaciones ajenas escuché que por su forma, los nueces son buenos para el cerebro. Definitivamente tienen que ser Geminis esos aparatitos comestibles. Aparentan lo que no son.

Sube el telón, baja el telón. Hace seis días estuve compartiendo con gente localmente famosa. En el lugar que estaba había una barra y encima de ella varias nueces que supongo servían de adorno. Mientras esperaba mi trago me presentaron a una de esas figuras populares, que de inmediato ocupó un lugar de afecto en mi corazón, con una especie de confianza que muy pocas veces se percibe en la gente que está acostumbrada a salir en la pantalla. Entre chiste y chiste, el camarero o ¨bartender¨ se me acerca y me dice que se acabaron los tragos y que la barra cerraría por 30 minutos. Parece que la noche y las nueces conspiraban para ser el centro de atención. La persona famosa, agarró un nuez y me comentó que tiene una dieta estricta que incluye nueces en su ensalada. Yo, sin más ni menos, aproveché el momento y le dije, que científicamente (porque lo busqué en google) las nueces por su parecido al cerebro humano tienen ciertas propiedades que benefician la memoria, entre otras cosas. La persona famosilla me miró como se mira regularmente a los ¨bouncers¨ de una discoteca para que te dejen entrar y, me dijo; ¨a pues si nos dejamos llevar por el cascarón, debe ser buenas también para las arrugas de la piel¨. Admito que guardé silencio por varios segundos y le dije ¨puede ser¨. En todo caso no volvería a mencionar los testículos ni aunque las nueces tuvieran pinta de guareta.

Al día siguiente mientras me decidía a ordenar el postre que me echaría al cuerpo luego de un tremendo plato hecho por manos dominicanas, le pregunté a la mesera que cuál era el postre que estaba al lado del flan de coco y ella me respondió; ¨ese mijo eh bisscocho de zanahorias con nueces caramelisado¨. Le respondí ¨se ve bien, dame ese¨. Cuando me lo trajo me dijo; ¨ la zanajorias es buenas para la piel y la memoria¨. Y yo solo le dije ¨Como las nueces¨. Lo devoré en menos de un minuto.

No se acaba aquí...

Adjunto esta captura de pantalla sobre los comentarios que hicieron en este escrito hace seis años. hehehe

Que viva la escritura


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