Los archivos secretos de Elzabeth Murphy
Perdiendo casos he ganado sabiduría e indulgencia…
En la casa de campo de la abogada más respetable de todo Mount Vernon en el condado de Baltimore, se escondían con gran enigma los archivos de los casos secretos de la distinguida Elzabeth Murphy. La mujer que hizo historia por su prematura carrera jurídica. No los guardaba en su casa en la ciudad porque era propensa a la visita de su única familia; sus hermanos y sobrinos, a quienes trataba con distancia pues no era partidaria del estilo de vida que llevaban. Sus clientes pagaban grandes cifras de dinero con tal de que ella fuese su representante. La puerta ancha estaba casi garantizada. El momento de retirarse fue en el año 1984, un año después de perder uno de los cuatro casos en los extensos 50 años que dedicó a su carrera. Fueron miles de casos que administró con éxito. Su carrera fue recordada por siempre, incluso antes de morir en el 1988. Con el paso del tiempo, los archivos escondidos fueron descubiertos cuando sus hermanos y sobrinos decidieron poner en venta la casa de campo y fue su sobrino mayor Breth quien los descubrió. El archivo estaba guardado bajo esta frase: Los casos ganados. Eran cuatro específicamente…
Primer caso: El hijo de nadie
Este de Saint Louis 1934, un niño blanco de 11 años no quiso ser adoptado por una pareja de negros de clase media porque según él eran un par de salvajes. Dos años más tarde, lloraba de dolor y se tragaba las lágrimas mientras su padre blanco adoptivo abusaba sexualmente de él frente de su madre quien cantaba canciones de la película Meet Me in St. Louis y tomaba Whiskey. El musical sonaba a todo volumen para que los vecinos multimillonarios no pudiesen escuchar los gritos. Ese fue el primer caso que perdió, incluso lo perdió iniciando su carrera. Lo guardó para darle seguimiento hasta que finalmente concluyó que las apariencias engañan y que el arrepentimiento mortifica. Ella fue la defensa del padre adoptivo violador, a quién otorgaron 30 años en una prisión dominada por negros.
Segundo caso: Tu felicidad me vuelve infeliz
En el 1952 la señora Smith yacía desconsolada en el suelo suplicándole perdón a su hija fallecida, víctima de una cruel violencia doméstica. Años atrás, tras descubrir que su hija mantenía una relación con una mujer, la señora Smith le advirtió dejarla en la calle y sacarla del testamento familiar si mantenía esa relación lésbica. ¨O te casas o te pudres en la calle¨, era la frase que pasaba por su mente todo el rato, inclusive tirada en el suelo la gritaba sin consuelo. Murphy fue la defensa del esposo criminal quien pasó el resto de sus días en la cárcel. Con este caso aprendió que no se debe cambiar los sentimientos que habitan en tu corazón, por la razón que habita en la mente de otra persona.
Tercer caso: Coopera o muérete
En el verano de 1966, Bianca Johnson decidió jugarle una mala movida a su exitosa madre; la creadora del efectivo y novedoso método para bajar de peso en poco tiempo. Bianca creció siendo muy testaruda y sus niveles de vagancia eran extremos, además, no le gustaba perder, era muy mala perdedora, terrible quizá. Su madre hacía todo por ella. Se crió sin su padre por lo que su mamá sacrificaba todo su tiempo para que a la señorita Johnson de 16 años no le faltara nada. Ese mes de julio su mamá se fue por toda la costa oeste de los Estados Unidos, promocionando su fórmula efectiva de mantener un cuerpo escultural, mientras la jovencita Bianca, estaba a cargo de su abuela. Al volver a casa, la madre no llegó sola, presentó a su prometido y desde ahí Bianca sintió una traición irrompible. En venganza, se dejó engordar para contradecir la fórmula exitosa de su mamá y trató de sabotear todos los proyectos de su madre. Bianca engordó tanto que no pudo ser capaz de salvarse de un incendio que provocó accidentalmente con una vela. Su extrema gordura impidió que se salvara de aquellas llamas saliendo por la ventana, se quedó atascada y murió quemada. La señora Murphy fue la defensa de la compañía de alarmas anti incendios que tenía la propiedad donde falleció Bianca Johnson. Varios años después, gracias a este caso, la abogada comprendió que el Karma existe.
Cuarto caso: Que me mate el orgullo
En el invierno de 1983 Rita Belrose pudo haberse salvado de aquél asfixie que la llevó a un fulminante cuando ninguno de sus hijos pudo hacer algo para revivirla. Años atrás, se negó a pagar los estudios de paramédico a su hijo Kenneth, atribuyendo que era una profesión para mujeres o para homosexuales. De nada sirvió el máster en arte rupestre la tarde de aquel mes de enero en las altas montañas del estado de Montana. Kenneth intentó darle respiración boca a boca pero nunca desarrolló las cualidades propias para salvar una vida, cada que lo pensaba llegaba a su mente las crueles palabras de su madre, de su padre también. Murphy defendió al padrastro de Kenneth quien lo responsabilizaba de la muerte de su esposa. Desde su casa de campo en Baltimore, la abogada hizo retrospección de este caso y entendió que todo en la vida tiene un propósito.
Extra: Las manos que te trajeron
En el 1966 Keith Rogers asesinó de un balazo en el cuello a Hamilton Richardson, el doctor que lo trajo al mundo y que lo hizo veinte años atrás y de forma accidental en pleno vuelo de avión. Veinte años después, un reloj de oro de algunos $300 le costó la vida al Dr. Richardson, en manos de alguien que llegó al mundo gracias a su vocación desinteresada. Ninguno supo reconocerse, después del parto nunca más volvieron a verse. Pues los padres de Keith lo trajeron al mundo solo por el puto costumbrismo de que los humanos nacieron para reproducirse. Aunque seas pobre y el gobierno tenga que mantener a tus hijos. ¡Aargh! Y este no fue un caso que defendió la abogada, este me lo inventé para recordarme que hay gente que verdaderamente no merece la pena existir. No a la sobre población.
Por su parte, el sobrino mayor de Elzabeth Murphy ganó muchísimo dinero publicando los archivos secretos de su tía quien toda su vida se desvinculó de él por sus actitudes osadas y egoístas.
Moraleja: viva su cabrona vida de mierda y deje que los demás vivan la de ellos. Si no le hace feliz viéndoles ser feliz, entonces usted se autodestruye. Y lo hace por su cuenta. Fin.